El sistema de lubricación de los motores de combustión interna es un sistema cerrado, donde el aceite es la sustancia que lubrica y enfría las piezas de trabajo. Las partes del motor que friccionan entre sí sufren además un desgaste abrasivo debido al rozamiento, que ha de ser minimizado por el aceite lubricante, que además recogerá los contaminantes sólidos procedentes de dicha fricción. Estos contaminantes son efectivamente retenidos en los filtros, que son un elemento fundamental del sistema de lubricación en cualquier motor de combustión interna. No obstante, debe tenerse en cuenta que estos filtros no pueden detener la degradación del aceite, que es un proceso químico irreversible, y es por eso que, independientemente del tipo de filtro instalado en los coches, el aceite debe cambiarse de acuerdo con las indicaciones del fabricante de automóviles (incluidos los filtros). Los filtros de aceite tienen diferentes formas y en función del tipo de motor puede variar significativamente con respecto a la construcción y el funcionamiento.